Fue director musical de la catedral de Forlì en 1643; en 1648 ocupó un puesto similar en la catedral de Rávena, pero regresó a su antiguo cargo de Forlì en 1655. Su producción consistió en música sacra, con una inclinación típica de su época hacia las texturas a pequeña escala con pocas voces y bajo continuo.

Sus primeras cuatro colecciones de motetes están perdidas. La última (1655), que incluye tres diálogos, muestra cómo el estilo de motetes para pocas voces había madurado a mediados del siglo XVII. Hay una amplia gama de tonalidades y un sentimiento más definido de la modulación; las partes de continuo están más profusamente figuradas con acordes de 6-3 y progresiones 7-6 y 7-6-5 en lugar de con las ubicuas suspensiones 4-3 de años anteriores.

El aumento gradual de la distinción entre recitativo y aria en la ópera tiene su paralelo en sus motetes, que tienen secciones tipo recitativo 4/4 y pasajes arioso en tiempo triple con ritmos variados.